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Agrupación Socialista Universitaria (ASU)

UN BUEN RESULTADO ELECTORAL PARA ESPAÑA

UN BUEN RESULTADO ELECTORAL PARA ESPAÑA

Como siempre los resultados electorales dan para hacer valoraciones de parte con las que todos presentarnos felices y contentos, al menos de cara a la galería, como ganadores. Pero la realidad es que no todos han ganado y unos han perdido mucho más que otros.

Ha ganado el bipartidismo, puesto que de trescientos cincuenta diputados las dos grandes fuerzas políticas han obtenido trescientos veintidós. Además, ha quedado claro que ambas fuerzas tienen su electorado en zonas bien distintas: el PSOE se ha fortalecido en los territorios de la periferia de España (especialmente en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Andalucía), y el PP se consolida en el centro peninsular (Madrid, Castilla y León, mejora en Castilla La-Mancha, y, aunque no es el centro, Valencia y Murcia).

Ha perdido el nacionalismo radical y rupturista de la España constitucional. El retroceso de Esquerra es más que evidente, ha pasado de ocho a tres diputados, el PNV ha pasado de siete a seis diputados y, lo que es más significativo, ha perdido contundentemente en votos las elecciones en el País Vasco. También han quedado sin representación Eusko Alkartasuna (EA) y el nacionalismo andaluz, cuya representación ha desaparecido en las elecciones de Andalucía. Tampoco le ha ido muy bien a IU que se ha visto afectada por la concentración del voto en el PSOE, pero que no debe olvidar que algunas cosas ha hecho mal, por ejemplo, enviar mensajes confusos en las cuestiones territoriales (v.gr. como en el caso de Mondragón donde hasta hace unas horas gobernaban en coalición con ANV).

En consecuencia los resultados no son buenos para todos, y creo que tampoco son buenos para las estrategias maximalistas del PP y el PSOE, aunque tengo para mí que los resultados son muchísimo mejores para el PSOE. Lo son porque es el que más escaños y votos ha sacado y por lo tanto es quién va a gobernar, pero para lo que ahora me interesa, son mejores resultados porque sus votos están más repartidos a lo largo y ancho de toda España y hacen, nuevamente, al PSOE el partido que mejor cohesiona la Nación Española. No debemos de olvidar, como decía antes, que el PP gana en el centro de la península, pero ello no impide que el PSOE obtenga también el 40 % de los votos en esos territorios (v.gr. Madrid); mientras tanto, el PP en Cataluña y el País Vasco es una fuerza política casi irrelevante.

Con esta situación tengo la impresión de que se abren buenos tiempos para España. No la “España eterna” que ha predicado el PP durante los cuatro años pasados, ni la España confederal de los nacionalismos separatistas. Creo que serán buenos tiempos para la España plural que reconoce la autonomía y el autogobierno de nacionalidades o regiones desde la unidad de todos sus territorios. Una España que es capaz de reconocer las peculiaridades culturales, lingüísticas y sociales, que no tiene pretensiones de “uniformismos”, pero que al mismo tiempo sabe reconocer que vivir en un todo nos ha de llevar a no olvidar y tener muy presente la igualdad y la solidaridad, ya no sólo entre personas, sino también entre territorios.

Estoy convencido de que se presentan buenos tiempos para la España de la Constitución de 1978, la España que está perfilada en el artículo 2 de la Carta Magna y que durante mucho tiempo los extremos han intentado deformar mediante tirones y desgarros. Para ello, los dos grandes partidos se deben poner de acuerdo cuanto antes en cuestiones importantes: como restablecer, sin reproches, la unidad antiterrorista; elaborar un nuevo sistema de financiación de las Comunidades Autónomas; una reforma en profundidad del régimen local, con especial atención a su sistema de financiación, para que la escasez de medios de los ayuntamientos deje de ser una excusa para dilapidar el suelo de sus municipios y planear desarrollos urbanísticos que hipotecan ya no sólo a los ciudadanos, sino también el futuro de esos pueblos.

Tampoco estaría de más llegar a acuerdos sobre el funcionamiento y la renovación de cargos en órganos institucionales (v.gr. Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional y otros) y, a poder ser, sobre las reformas constitucionales que unos y otros planteamos y que por falta de tranquilidad y sosiego están pendientes (v.gr. Senado, Sucesión de la Corona, cuestiones electorales, etc.).

La IX Legislatura puede ser un tiempo para el diálogo y el acuerdo institucional. Desde luego estoy convencido que ese es el mensaje que los ciudadanos han enviado a los partidos políticos, en especial a los dos grandes partidos. Espero que los “pequeños intereses” de familias y de “terruños” no lo estropeen.

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